Viaje de ensueño
- Julieta Casanova
- 21 oct 2020
- 1 Min. de lectura
Anoche, apenas me dormí, me mudé a un lugar extraño, nada común en mi vida cotidiana. Oía, a lo lejos, un ruido extraño no sé si era música o voces.
En mis pies descalzos sentía la arena fría, al alzar la vista vi un hermoso paisaje detrás de unas estatuas muy altas. No entendía sus figuras, así que, caminé y caminé… Antes de llegar me encontré con dos personas, un niño y su padre.
Me contaron que venían al lugar
donde las almas descansaban en paz, donde los padres e hijos que fallecían juntos
quedaban juntos para siempre.
Yo, al pensar que estaba muerta, me asusté y me pellizqué, dicen que cuando te pellizcas en tus pesadillas (yo creía que lo era) es para despertarte. Me asusté el doble, no lograba despertarme. Llorando, corrí hacia donde se encontraban las estatuas, ahí logré verlas, eran un padre y una
madre ¿llorando? No lo sé. Lo que si sé es que después de eso, aparecí, en el
mismo desierto, pero habían otras estatuas. Me encontré con un hada y me dijo
que esos eran unos hermosos elefantes pero que ella tampoco sabía que había
sobre ellos.
Otra vez, desapareció todo y aparecí en un lugar con música extraña y
un señor sentado en postura de indio con luces de colores. Dijo unas palabras
extrañas y yo comencé a levitar. Comencé a llorar, esto me estaba dando mucho
miedo. Hasta que ¡PUM! me despierto toda sudorosa y con lágrimas en mis ojos.
Pero, ¿adivinen dónde me levanté?
Exacto, donde todo comenzó, en mi cama.
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